Probablemente sea uno de los periodistas deportivos más influyentes y respetados de nuestro país. Santiago Segurola ejerció durante siete años (1999-2006) como redactor jefe en la sección de Deportes de diario ‘El País’ y ocupó durante el siguiente año el mismo puesto en la sección de Cultura -etapa «oscura» y «difícil» para él, según nos cuenta- para recalar en el año 2007 en el diario ‘MARCA’, donde ocupa el puesto de adjunto al director. Además, es colaborador en el programa ‘Al primer toque’, de Onda Cero Radio. Pero poca gente conoce cómo se ganaba el pan el periodista de Barakaldo antes de dar el salto a un diario importante y cómo fueron sus inicios ejerciendo una profesión que no escogió como primera alternativa. A lo largo de la entrevista, Segurola habla de historia, del apabullante avance de las nuevas tecnologías y, cómo no, de deporte. De todas las cosas que le han rodeado a lo largo de su carrera.
¿En qué momento decide Santiago Segurola estudiar Periodismo?
Es algo que no decidí fácilmente. Mi padre me contagió esa afición por leer la prensa todos los días. Era un furibundo y, más que leer los periódicos, los estudiaba. De pequeño me gustaba mucho leer las crónicas de deportes en Bilbao que escribían gente como José María Múgica o José Ramón Basterra. Era muy aficionado al deporte. El primer recuerdo que guardo de algo relacionado con el deporte es el de mi hermano llevándome a ver al cine a Bilbao la película oficial de los JJ OO de Tokio, la cual me dejó fascinado. El Mundial de fútbol del ’66 también lo seguí con mucha atención, pese a ser todavía un chaval, pero es sobre todo con los JJ OO de 1968, en México, que fueron los primeros que se retransmitieron en directo, donde me doy cuenta de la importancia del deporte. Gracias a la televisión pude ver a atletas como Tommie Smith, Dick Fosbury o Lee Evans hacer cosas maravillosas y recuerdo que me enfadé un poco cuando mi madre me mandó a la cama y no pude ver el salto de Bob Beamon de 8,90. Me gustaba muchísimo todo aquello y siempre digo que sabía más de deporte con 12 años que ahora y, por supuesto, me emocionaba más. Por presión familiar empecé a estudiar ingeniería, pero fue un fracaso: no me gustaba y sufrí un profundo rechazo por la carrera. Es con 21 años, demasiado mayor para empezar una carrera, cuando dejo ingeniería y comienzo a estudiar Periodismo que es lo que verdaderamente me gustaba y mucha culpa de ello la tuvo el deporte. Una elección totalmente vocacional que me ha permitido desarrollar las tres cosas que más me gustaba hacer de pequeño: el deporte, leer prensa y escuchar música.
¿Cómo fue ejercer antes de dar el salto a un medio importante como ‘El País’ en el año 1986?
Nací en Barakaldo, dato que considero importante ya que es un pueblo obrero, con el que sigo muy vinculado en la actualidad y tuve una infancia muy feliz. Creo que periodismo e infancia son algo que van de la mano y soy el pequeño de una familia a la que le gustaba mucho el deporte, tanto a mis dos hermanos como a mi padre, que fue futbolista antes de la Guerra Civil. Recuerdo que la lucha por leer la prensa era increíble y yo era el último en esa jerarquía por lo que ojear la última crónica del Athletic se hacía una tarea bastante difícil (risas). Normalmente tenía de 5 a 10 minutos al día para leer rápidamente la sección de deportes y ya. En esa pasión por leer los periódicos sitúo los inicios de lo que he terminado siendo como profesional. Hasta cuarto de carrera no me llegaron mis primeras prácticas, en el diario ‘Deia’, gracias a un trabajo sobre el nuevo periodismo americano, tema que me fascinaba mucho. En esa época acostumbraba a leer muchas revistas americanas, como la ‘Rolling Stone’ que, aunque ahora han decaído mucho, en aquellos tiempos eran sensacionales. Trabajé en ‘Deia’ en la sección de Sucesos durante tres meses hasta que me despidieron; fue una experiencia terrible y me pareció que todo el mundo mataba a todo el mundo en Bilbao en aquella época. No era tanto por tema de cuestiones políticos, sino asesinatos puros y duros llevados a cabo por mafiosos, algunos impresionantemente salvajes. No sé lo que pasó. Me sirvió muchísimo y siempre he pensado que la sección Local de un periódico es la mejor para dar los primeros pasos ya que te encuentras con lo inesperado, con cómo es la vida ahí fuera, la gente de la calle, tragedias y momentos divertidos. Aprendes muchísimo y te obliga a escribir rápido. Es una muy buena escuela. Después trabaje como corresponsal en ‘La margen derecha’, en Getxo, donde me fue bastante bien y poco después reabrió un periódico legendario en Bilbao, ‘La Gaceta del Norte’, del que recibí una llamada de su director. Aquel fue el que considero mi primer salto importante y la primera vez que me relacioné estrictamente con el deporte. Además, conocí a muy buenos profesionales como José María Múgica o Íñigo Gurruchaga, al que considero uno de los mejores periodistas.
¿Cómo consigue dar ese salto tan importante que supone pasar de un periódico local a uno de ámbito nacional? ¿Notó una gran diferencia?
Tras esta etapa ocurrió algo extraño y muy importante para mí: recibí una llamada de Patxo Unzueta, corresponsal en Bilbao de ‘El País’, que en ese momento hacía las crónicas de uno de los mejores Atheltic de la historia, el de la Liga y el del doblete en la 1982/83 y la 1983/84. Me dijo que le trasladaban a Madrid como jefe de opinión y que Alfredo Relaño, por entonces redactor jefe de ‘El País’, le pidió que me ocupara de las crónicas del Athletic. Tuve muchísima suerte ya que mi ideal en ese momento era trabajar en ‘El País’ ya que me parecía un periódico potentísimo, además de tener cierta afinidad ideológica. También porque empezó a tratar al deporte con una dignidad enorme y revolucionó el periodismo deportivo en España. En el año ’89 me trasladaron a Madrid y en 1999 comienzo a trabajar como redactor jefe de Deportes hasta 2006. Después trabajé un año como redactor jefe de Cultura, que para mí fue terrible, y en 2007 me incorporo a ‘MARCA’. En cuanto a los cambios, el periodismo esencialmente sigue siendo el mismo: observar la realidad y comunicársela al lector. La tecnología sí que no es la misma. Internet supuso un gran cambio ya que hasta hace bien poco se escribía a máquina y no había teléfonos móviles. Comunicarse con la redacción muchas veces era un calvario y aunque lo de escribir a mano, en la calle, le da un aire romántico, verdaderamente era una putada. La mitad de mi carrera fue así y el cambio tecnológico lo empecé a notar más de cerca durante el Mundial de Italia en 1990.
¿Por qué ese cambio de redactor jefe de Deportes a redactor jefe de Cultura donde dice que no se sintió cómodo?
Se me pide poco antes del Mundial de fútbol de Alemania, en 2006, que pase a ejercer de redactor jefe de Cultura, puesto me habían ofrecido un año antes, pero que rechacé, aunque poca gente lo sabe. Lo rechacé porque estaba bien en deportes y no sabía con certeza cómo me iba a desenvolver en otra sección. Con el cambio de director acepto el puesto, pero me pareció una experiencia durísima. Probablemente yo hice muchas cosas mal, me encontré con una sección tremendamente difícil donde las decisiones que se tomaban no partían tanto del periódico, sino de la industria cultural -editoriales, casas discográficas, productoras cinematográficas,- en donde todo el mundo se cree con derecho a decir al periodista qué es lo que tiene que hacer. Es un sector con una competencia impresionante que exige muchísimo. Me pareció que el periodismo en cultura estaba demasiado supeditado a intereses no periodísticos, a intereses comerciales, de la industria. Me levanté contra eso, pero fracasé y la verdad es que aprendí mucho de esa etapa, de gente como Javier Rodríguez Marcos, Marcos Ordóñez o Diego Manrique. Me encontré también con gente que no quería participar de mi aventura y me dolió porque el periódico me había pedido iniciar una nueva etapa y es posible que se diera un paso atrás. Quizá llevaran razón, aunque me fui con la conciencia muy tranquila. Fue una etapa un poco turbulenta.
¿Es ese el principal motivo por el que deja PRISA y recala en Unidad Editorial?
Bueno, no fue una etapa fácil, había sufrido alguna decepción enorme y la gente sigue pensando que dejé los deportes de ‘El País’ para irme a ‘MARCA’. Yo deje la sección de Cultura, y no la de Deportes, porque no estaba cómodo. Recibí una oferta de ‘ABC’ y, prácticamente a la vez, de ‘MARCA’. Quería tener poca responsabilidad y en ‘MARCA’ me ofrecieron esa posibilidad. Es un periódico de cierta tradición en nuestro país y me atraía la idea. Me pareció un paso natural en mi carrera que no se vio de la misma forma desde fuera. Pensé también que de lo que sabía y más me gustaba escribir era de deporte, así que acepté.
¿Con qué formato periodístico se siente más cómodo y cuál cree que trata mejor la información?
He tenido la oportunidad de tocar casi todos los palos y creo que es la prensa donde mejor desarrollo mi profesión. No me gusta la televisión. Trabajé durante dos años en ‘Canal+’ con Andrés Montes haciendo la NBA, pero simplemente por petición de la casa. No se me asocia con este medio afortunadamente y es que me parece que no hace un planteamiento bueno del deporte. Siempre hay excepciones, como en todo, y creo que ‘Canal+’ está haciendo un gran trabajo con programas como ‘Informe Robinson’ que intenta rescatar algo que hace 20 ó 30 años era lo normal. En televisión ya no se ve un reportaje, una entrevista, solo se quiere ver ese espectáculo de espuma gritón que detesto. La radio me encanta para escucharla y llevo muchos años colaborando para programas como ‘El Larguero’ o ‘Al primer toque’ e incluso programas no deportivos con Iñaki Gabilondo o Julia Otero, pero tampoco es mi elemento. Lo que me gusta -y también me hace sufrir- es escribir. Disfruto escribiendo, pero me cuesta. Cada artículo es un pequeño parto y escribo cada uno como si fuera el último, por el que me juzgan, y es un nivel de exigencia casi neurótico.
¿Ha ayudado el avance tecnológico al desarrollo de la empresa informativa desde sus inicios hasta la actualidad?
La tecnología ha influido muchísimo, de eso no hay duda. Ha cambiado la industria de la comunicación de una forma brutal y en un tiempo exageradamente corto. Aquello que parecía indestructible hace 20 años, ahora mismo se cuestiona. Las empresas periodísticas están atravesando una crisis enorme, todo el mundo cree saber qué es lo que va a ocurrir, hacia donde transcurre su negocio. La realidad es que esta ‘era digital’ de la que tanto se habla no funciona como negocio. El negocio está todavía en el papel, pero a su vez, es un negocio que se está acabando prácticamente. Están surgiendo, además, nuevos modelos periodísticos: los blogs, los diarios digitales y, sin embargo, todavía son los periódicos de papel los que pueden enviar corresponsales al extranjero. Nadie tiene la respuesta. El cambio tecnológico es básico, pero también es una realidad que las empresas no han conseguido adaptarse a él y se han debilitado. Los sueldos han bajado, las posibilidades son menores y la calidad se ha deteriorado notablemente. Ha surgido también en España un tipo de periodismo que no es agradable: el periodismo del griterío, del ruido, de la barricada. Un periodismo decepcionante, partido, que es un problema y que también se ha trasladado al mundo del deporte. El periodismo deportivo está de capa caída en la actualidad y ha degenerado en un espectáculo, algo más parecido a un ‘reality show’, y es nuestro deber preservar las formas y las razones por las que queremos ser periodistas. Contar las cosas bien, con clase, sin sectarismos, tener opiniones (pero no estar vendido). La situación es bastante preocupante y me temo que no va a mejorar la cosa.
¿Cuáles son los principales pros y contras de Internet para el desarrollo de la profesión de periodista?
La relación del periodismo con internet podría ser buenísima y, en algunos casos, ocurre, pero en general no es así. Te permite tener más cerca todo. Nos ha acercado un mundo que antes nos era importantes alcanzar, pero también creo que ha colado mucha basura. Ha favorecido un periodismo de oídas, un periodismo que comenta otro periodismo, muchos blogs que se ocupan de vivir de lo que dice el periodismo de papel. Todavía no hemos conseguido exprimir al 100% este fenómeno que, si se sabe utilizar bien, puede llegar a ser muy útil.
En cuanto al actual ‘boom’ de las redes sociales, como Twitter, ¿qué opinión le merecen estas nuevas herramientas de comunicación?
A veces se depositan esperanzas en redes sociales, como Facebook y Twitter, para mí excesivas. Twitter no es periodismo. Twitter puede ser un buen kiosko para el periodismo. Que dos periodistas se enzarcen en 140 caracteres me parece una ridiculez. Creo que también genera la vanidad y es algo infantil; se presume por tener más seguidores. He llegado a escuchar que el periodista del futuro será el que más ‘followers’ tenga. Muchas veces recuerdo una frase que me dijo un amigo que decía que «Twitter es un bar de borrachos». Sobre todo porque lo pueblan ciertos individuos de una violencia extrema. Es un sistema de comunicación, pero no periodismo. Me fui de Twitter, pero lo sigo utilizando, aunque la gente piense que no. Y lo utilizo simplemente para tener agrupados los periódicos o publicaciones que me permiten estar al día de las cosas. No tengo seguidores, no publico nada, pero le saco partido en forma de kiosko.
¿Salen bien preparados de las universidades para ejercer los nuevos periodistas?
No me gusta tener una visión generalista de nada. Como en todo, habrá muy buenos licenciados y otros no tan buenos. Estoy seguro de que entre los jóvenes hay periodistas excelentes. El problema no reside en si salen bien preparados o no, el problema reside en que no se les da la oportunidad de ejercer como periodistas y más ahora, con la actual crisis. Es algo terrible e inquietante. Yo no salí bien preparado al terminar la carrera; no sé si fue un problema mío o de la docencia. Sí hay que destacar que es muy diferente estudiar periodismo que ejercer periodismo. El salto es enorme ya que pasas de ser un sujeto más o menos pasivo a ser un sujeto activo, que se tiene que desenvolver en un medio (normalmente la redacción) rodeado de compañeros, buscando tu propia identidad como periodista. Depende también, no solo de tus conocimientos, sino del carácter que uno mismo tenga. Personalmente, a mí me costó mucho en los primeros años; al terminar mi período de prácticas, el director del periódico me dijo que lo sentía mucho, pero que yo no servía para el periodismo. No se lo reprocho porque yo sentía que sí que servía, pero también que él tenía razón dado que me costó mucho amoldarme al tema de trabajar rodeado de gente, en parte por mi carácter tímido.
En general, ¿cuál cree que es actualmente la salud del periodismo en nuestro país?
Muy mala. Como ya he dicho anteriormente, la televisión que se hace ahora mismo ha sufrido un deterioro enorme. No ha contribuído a mejorar las cosas, sino que las ha empeorado un poco más. Existen numerosos programas lamentables que ayudan a convertir en basura los cerebros de la gente. La TDT, lejos de mejorar el panorama, lo ha empeorado. Toda la ilusión que se tenía en períodos anteriores, como la transición, con la aparición de nuevos periódicos y revistas a diario, ha desaparecido. Estamos más en un período de regresión que de avance y las esperanzas y la ilusión son pocas. El panorama es bastante decadente.
Respecto a la línea editorial hoy en día, ¿existen más ataduras para los periodistas o por el contrario existe más libertad?
Sinceramente, no lo sé. Si es cierto que en el periodismo deportivo hay más interés por parte de los poderosos -y todos sabemos quiénes son- por que se haga un periodismo a la carta. Contra eso hay que resistirse porque si no estamos engañando al lector. Este lo que quiere es un periodismo honesto, con el cual puede estar de acuerdo o en desacuerdo, pero manteniendo la credibilidad en él. Trabajar como simple mensajero del poder en el mundo del deporte no es hacer periodismo, es hacer propaganda. En ese sentido, sí que he notado que en los últimos 10-12 años, el poder siempre se ha preocupado bastante por marcar el territorio y eso me desagrada profundamente. Parte de la culpa del debilitamiento de la empresa informativa la tienen este tipo de conductas: los chantajes. Al fin y al cabo, no nos engañemos, los medios tienen poder, seguimiento social. Lo que hay que tener claro es que el periodista cumple una función que no es la de ser vasallo de nadie, esa es la esencia del periodismo. Todo lo demás no es periodismo, es otra cosa.
Sabida es su devoción por el Athletic de Bilbao, ¿es complicado lidiar entre la afición a un equipo y la información meramente rigurosa?
Para mí, no. Me ha tocado escribir poco sobre el Athletic, pero las veces que lo he hecho siempre he sabido discernir entre mi afición al club y mi profesión. Creo que tengo la suerte de ser un hincha bastante severo, exigente, al que casi todo le parece mal con su equipo y eso hace que mi posición con el Athletic sea muy crítica, lo que me acerca más a lo profesional. Este año estoy muy feliz y con muy buenas expectativas. Llevábamos unos años un tanto alicaídos, pero estamos en el buen camino. Hemos conseguido quitarnos un poco de encima el peso de ser diferentes. ¿Por qué no ficháis extranjeros? Si eso es una idiotez. Te parecerá una idiotez a ti. Pienso que el derecho a ser diferentes, no mejor, sino diferentes, es fundamental tanto en las sociedades como en el fútbol. Y no nos ha ido tan mal: nunca han bajado Madrid, Barcelona y Athletic, pero es que desde el año 1985 han descendido todos los equipos de primera división, excepto esos tres. No me quejo, pero sí creo que se había extendido por Bilbao la pesadumbre de quedar sextos y considerarlo un buen resultado. A mí me da igual sexto que octavo, lo que quiero es que mi equipo me haga sentir orgulloso y que cuando juega en San Mamés, le reconozca. La llegada de Bielsa ha sido extraordinaria y le ha quitado muchos complejos en ese sentido.
Se cumplen 30 y 20 años del Mundial de Fútbol de España y de los JJ OO de Barcelona respectivamente, ¿qué influencia cree que han tenido en el deporte español para llegar a ser lo que somos en la actualidad?
El Mundial no pienso que haya tenido mucha. Se celebró en una etapa un tanto confusa, un año después del golpe de estado, que para mí fue algo vergonzoso y lamentable, y la sensación en ocasiones era de miedo. Dentro de ese contexto, no creo que la competición tuviera mucha repercusión para el deporte en nuestro país y, de hecho, los años siguientes fueron bastante malos para el fútbol español. Sí es verdad que fue una gran Copa del Mundo de fútbol, con equipos inolvidables como Brasil, Francia e Italia, que fue más fiel a su estilo que nunca y consiguió llevarse el título. En ese sentido sí que disfrutamos, pero no creo que dejara una huella especial en nuestro deporte. Respecto a los JJ OO de Barcelona, la cosa cambia. Para mí, es el acontecimiento que marca el final de la transición y la consagración de un estado democrático y moderno. El mundo ve que España ha avanzado a pasos agigantados y que es un país donde se vive bien, con ciudades vanguardistas como es Barcelona. De repente, España se pone de moda y su deporte, igual. La democracia en ese sentido hizo mucho por que avanzáramos tanto como sociedad como en el desarrollo de la persona, física e intelectualmente. Puede parecer una estupidez, pero esto se hace visible en temas tan insospechados como la estatura y, desde el año 1970, la talla media del español es de 10 cm. más, de 1’67 a 1’77. Ese dato es una barbaridad y a lo que quiero llegar es que el bienestar de la persona tiene muchísimo que ver con su desarrollo y la democracia y los JJ OO ayudaron. Nos costó despegar, pero ahora somos el referente en deportes de seguimiento mayoritario: campeones de Europa y del mundo en fútbol, en baloncesto, en F1, en tenis… hemos conseguido destruir todos los tópicos que rodeaban al deportista español y, ahora, somos el ejemplo a seguir.
¿Cree que democráticamente estamos en el buen camino?
No lo sé con exactitud. No me gusta el nivel de los políticos españoles, pero es que me gusta menos el tratamiento que la prensa tiene hacia ellos y su actividad. Es triste ver a muchos tertulianos desde su posición de privilegiados diciendo majaderías sobre la política y sirviendo la mayoría de ellos a sus amos sin hacer un verdadero periodismo. Me temo que el nivel con respecto a los políticos es bajo y me decepciona, pero me decepciona aún más el periodismo político de este país que al final es el que transmite la idea de que son incapaces de realizar bien su trabajo. Les tengo mucho más respeto a los políticos que lo que la mayoría de la gente les tiene y, en mi caso, cuando ves cómo se ha transformado una ciudad como Bilbao, mi ciudad, que era violenta, sucia, sin posibilidad de desarrollarse y lo que es ahora, un modelo de desarrollo, donde se puede vivir y todo esto en apenas 15 años, en un país donde todo el mundo está endeudado (Madrid 7.000 millones) y Bilbao 0, te das cuenta de que sí hay gente que hace las cosas bien, por eso les respeto. Pero en general veo mucha mediocridad y más en el periodismo que no va más allá del propagandismo y la búsqueda de intereses.
Para terminar, ha comentado que es un gran aficionado a la música, ¿ha pensado en dedicarse alguna vez al periodismo musical aparte de su faceta que desempeña como DJ en ocasiones?
En absoluto. La música es una afición más y cuando pincho es para desintoxicarme y en sitios con poca gente. Me sirve para abstraerme de las cosas, pero no creo que esté capacitado para hablar sobre ella como experto y, mucho menos, para realizar una labor como periodista. A ello hay que añadir el poco tiempo del que dispongo. Soy simplemente un aficionado que disfruta con ella.
Por Jorge Pardo (@jorge_pm91) y Álvaro Litrán (@litran9).